Y es que hay pocas cosas más españolas que nuestro Seat 600 en una portada de Mortadelo y Filemón, nuestros agentes secretos.
Vamos a conocer un poco de la historia de estos dos mitos de nuestros comics, o tebeos, como los conocíamos los más veteranos.
Mortadelo y Filemón no nacieron tal y como hoy los conocemos. Sus primeras apariciones en Pulgarcito a finales de los años cincuenta mostraban a dos detectives que, más allá de su torpeza, eran herederos directos de la tradición británica. Filemón lucía gabán a cuadros y sombrero de doble visera, emulando a Sherlock Holmes, mientras que Mortadelo, con levita y bombín, completaba la estampa detectivesca. Sin embargo, Ibáñez pronto entendió que aquellos atuendos no aportaban suficiente personalidad y los transformó en los trajes negros y pajaritas que los harían inconfundibles.
El cambio no se limitó a la ropa. El propio Filemón pasó de tener una barbilla afilada a una más redondeada, mientras que Mortadelo, inicialmente inexpresivo, fue ganando gestualidad a medida que avanzaban las historietas. La influencia del maestro Manuel Vázquez también fue determinante: el trazo, las narices prominentes y hasta el detalle de las “orejas caracol” son prueba de un estilo en construcción que terminaría consolidándose con los años.
A nivel narrativo, las primeras historias se basaban en malentendidos y equívocos que desembocaban en persecuciones. Con el tiempo, esa violencia se acentuó, incorporando un arsenal de objetos disparatados —desde martillos hasta semáforos— que reforzaban el humor visual característico de Ibáñez. Siempre bajo el mismo esquema: Filemón como jefe malhumorado, víctima de los desastres, y Mortadelo como el “payaso tonto”, maestro del disfraz e imán de simpatías.
Ese proceso de evolución, tanto gráfico como argumental, explica la vigencia de los personajes tras más de medio siglo. Mortadelo y Filemón supieron adaptarse a las modas y censuras de cada época, reinventándose sin perder su esencia. Su longevidad, en definitiva, se debe a la combinación perfecta entre la tradición del humor clásico y la capacidad de Ibáñez para dotarlos de frescura eterna.
Aquí tenéis una información mucho más extensa y técnica de la evolución de los personajes.
El coche de slot.
El Seat 600 E fue reproducido muy sencillamente por la marca Reprotec con referencia 1961 (si no me equivoco de color), reproducido en varios colores, algunos con la baca en el techo y otros como vehículo de reparto, asistencia en carretera o transparente, entre otros.
Un coche para la vitrina dadas sus especificaciones y dimensiones.
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