A unos minutos del centro de Riga, oculto entre bloques soviéticos y un bosque que parece de cuento, se encuentra el circuito de Bikernieki. Aunque su pista de una milla es el orgullo local del automovilismo, la verdadera joya del lugar está un poco más al fondo, suspendida del techo del Museo del Motor de Riga: un Auto Union Type C/D. Y no, no es cualquier coche viejo, es una leyenda sobre ruedas con una historia que parece sacada de una película de espías.
¿Cómo acabó un bólido nazi en medio de Letonia?
Para eso, hay que rebobinar hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Cuando cayó el régimen nazi, la Unión Soviética no perdió el tiempo. El KGB recibió órdenes de saquear la fábrica de Auto Union (lo que hoy conocemos como Audi) en Zwickau, Alemania. Subieron más de una docena de autos de carreras a un tren, los apretujaron como si fueran latas y los enviaron rumbo al este. Al llegar a la URSS, los repartieron por fábricas para “estudiarlos”.
La cosa no terminó bien. Durante una exhibición cerca de Moscú, uno de los pilotos soviéticos perdió el control del coche y mató a 19 personas. La potencia bruta y los neumáticos finísimos de estos coches eran demasiado para cualquiera que no se llamara Hans Stuck o Tazio Nuvolari. El resultado fue que se prohibieron las carreras con coches extranjeros, y los Auto Union quedaron olvidados.
Pero en 1976, alguien ordenó destruir lo que quedaba de esos coches. Ahí entra en escena Viktors Kulbergs, un entusiasta del motor y presidente del Club de Automóviles Antiguos de Letonia. Enterado del plan de aniquilación, intentó negociar, sin suerte. Así que, con apenas unas horas de margen, optó por la vía desesperada: sobornar a un funcionario soviético para rescatar uno. Y lo logró. Salvó el Type C/D justo antes de que lo mandaran al desguace.
El coche estaba hecho polvo, pero el club no se rindió. Se reconstruyeron piezas, se organizó un evento, y Kulbergs, sonriente, lo condujo por el circuito de Bikernieki ante 70.000 personas. Ese día, el rugido del V16 sobrealimentado volvió a la vida.
Años más tarde, ya con Letonia independiente, Volkswagen apareció con una propuesta seria: restaurar el coche en Reino Unido y devolver una réplica exacta. El original se fue al museo Audi en Alemania, y la copia ocupa desde entonces un lugar de honor en Riga.
Audi no se olvidó del héroe. Le dieron el primer concesionario oficial de la marca en Letonia, y Kulbergs se convirtió en una figura clave del mundo empresarial local. Falleció en 2013, pero su legado sigue colgado del techo del museo, brillante y eterno como el rugido de aquel motor que se negó a morir.
Lo coches de Slot.
De la vitrina saltan al circuito dos modelos de Auto Unión. Por un lado tenemos un Type C de la marca Pink Kar cuya carrocería corresponde a la referencia CV 012 completado con ejes de otro Type C de desguace y por otro lado un Type D que parte de un kit de Matchbox a escala 1/32 que hice hace algún tiempo.
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