sábado, 9 de agosto de 2025

Lotus Seven

 Londres, primavera de 1955.


A principios de los años cincuenta, en una Inglaterra aún convaleciente de la Segunda Guerra Mundial, un joven ingeniero británico comenzaba a trazar el destino de uno de los nombres más legendarios del automovilismo: Lotus. Se llamaba Colin Chapman, y con apenas 24 años, ya era un visionario dispuesto a romper las reglas del diseño automotriz. En 1952, mientras aún trabajaba a tiempo completo como ingeniero aeronáutico, Chapman dedicaba sus noches y fines de semana a crear coches de carreras en su pequeño taller. El resultado de esa pasión daría lugar a su primera gran creación: el Lotus Mk VI.



Aunque Chapman ya había desarrollado modelos previos, el Mk VI se considera el primer "verdadero" Lotus. No tanto por la apariencia, sino por su arquitectura: un chasis multitubular con paneles remachados que, si bien usaba componentes de automóviles populares, era 100% diseño de Chapman. Él mismo lo describía como “el coche de altas prestaciones más simple, más elemental que se pudiera concebir para dos personas... una moto sobre cuatro ruedas”. Y no exageraba. El Mk VI era un ejemplo brillante de simplicidad funcional, ligereza y eficiencia.


En plena época de escasez y altas tasas impositivas, Chapman tuvo una idea ingeniosa para sortear la “purchase tax”, un impuesto que gravaba los coches completos. Ofreció el Mk VI en forma de kit, es decir, desmontado en piezas, para que cada comprador lo montara por su cuenta. Una solución que, además de económica, conectaba directamente con el espíritu del aficionado británico, siempre dispuesto a ensuciarse las manos en su propio garaje.


Pero la verdadera clave del éxito del Mk VI estaba en la competición. Chapman sabía bien que los triunfos del domingo significaban ventas los lunes. Por eso, el coche fue concebido con un solo objetivo: ganar carreras. Los primeros clientes optaron por montar motores Ford Ten de 1.172 cc, ideales para las competiciones del 750 Motor Club, una popular fórmula amateur que servía de cantera para pilotos y preparadores.



El 19 de septiembre de 1953, el propio Chapman sorprendía al mundo al competir en el Anerley Trophy contra pilotos de primer nivel, incluido el norteamericano Bob Said y su potente OSCA 1500. Chapman, al volante de su ágil y liviano Lotus, firmó “la carrera de su vida”. Aquella victoria puso al Mk VI en el mapa del automovilismo británico.


Poco después, el prestigioso semanario "Autosport" publicó una prueba firmada por John Bolster, que describía al Lotus como “la mejor tentativa que nunca se ha hecho para ofrecer a un aficionado un coche de competición a un precio acorde a sus medios”. Con apenas 432 kg de peso, el Mk VI era capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en solo 12,6 segundos, y alcanzar los 142 km/h con el humilde motor Ford de 40 CV. ¿El precio? 425 libras, todo nuevo. Un coche de carreras real, al alcance de los entusiastas.


Las buenas críticas y los éxitos deportivos pronto se tradujeron en ventas. Uno de sus primeros compradores fue Gérard Crombac, joven piloto y periodista, redactor jefe de "Sport-Auto", que se convertiría en gran amigo y confidente de Chapman. Los beneficios generados por las 110 unidades del Mk VI —con motores que iban desde los 750 cc hasta los 2 litros— permitieron a Chapman desarrollar nuevos modelos más ambiciosos como los Lotus Mk VIII, IX, X y Eleven, e incluso dar el salto a las 24 Horas de Le Mans.



Pero el espíritu del Mk VI no murió con su cese en 1955. Las demandas de un coche más accesible y menos sofisticado que el Eleven llevaron a Chapman a desarrollar un nuevo modelo: el Lotus Seven. Presentado en el Salón de Londres en 1957, su precio en kit era de 587 libras. Con un chasis aún más simple, componentes reutilizados de modelos Ford y Standard, y una carrocería ligera de aluminio, el Seven era el heredero directo del Mk VI. Y como su antecesor, se ofrecía como kit, manteniendo vivo el espíritu del aficionado constructor.


El Seven evolucionó con los años: versiones SuperSeven, chasis mejorado, e incluso motores más potentes como el Coventry Climax. Pero el mayor giro llegaría en los años setenta, cuando Chapman, centrado en la Fórmula 1, vendió los derechos de producción a Graham Nearn, un concesionario Lotus de Caterham, en Surrey. Nearn rescató la esencia original produciendo el Serie 3, y así nació el Caterham Seven, que se sigue fabricando hoy.



Setenta años después, aquel sencillo coche de carreras nacido en un garaje sigue rugiendo. El espíritu de Chapman vive en cada curva tomada por un Caterham. Una prueba de que la genialidad, cuando va acompañada de pasión, puede trascender generaciones.


Fotos sacadas de:

https://saberdecoches.com/2021/04/lotus-caterham-seven/


Igual llama un poco la atención que tenga unos cuantos Lotus/Caterham Seven pero hay una explicación.

Yo soy un amante de los clásicos y uno de los coches que tuve fue una replica de Lotus Seven, concretamente un Wesfield SE de 1988 con motor Ford Pinto 1.6 c.c., de ahí mi cariño por este modelo de Scalextric Inglaterra / Superslot.



El coche de slot:


El coche de slot es divertido, pero con imán, casi tanto como el de verdad. Una copa monomarca tiene que tener su encanto.



Como veis, hay de varias épocas, de calle y de competición, Lotus y Caterham y, cuando encuentro algo a buen precio se viene para casa.




domingo, 6 de julio de 2025

Juan Fernández García y Tergal

Juan Fernández García 


Nacido en Sabadell el 13 de diciembre de 1930, Juan Fernández García descubrió su pasión por el motor a los 16 años tras ver competir a Fangio. Aunque trabajó en una fábrica textil, compaginó siempre su faceta empresarial con su amor por el automovilismo.




Con una carrera de más de 40 años, disputó 645 carreras y ganó 298. Comenzó en motocicleta en los años 50 y pasó a los coches en 1963, de la mano de Salvador Fábregas. Fue campeón de Europa de sports car en 1973 y 1974, logró 17 títulos nacionales y 19 catalanes, y se consagró como especialista en montaña con 10 títulos entre 1961 y 1989.




Compitió seis veces en las 24 Horas de Le Mans, siendo su mejor resultado un quinto puesto en 1973. En 1968 fundó la Escudería Montjuich junto a otros grandes del motor. Recibió la Medalla al Mérito Deportivo de la Generalitat en 1982 y la medalla de honor de la Fundación RACE en 2010.

Falleció en 2020.


Tergal y el automovilismo.


En la primavera de 1971, en el mágico trazado urbano de Montjuïc, ocurrió un hecho histórico para la Fórmula 1: por primera vez, un Ferrari lució publicidad que no tenía nada que ver con el mundo de la automoción. Hasta entonces, los monoplazas de Maranello solo habían llevado pegatinas de marcas relacionadas con bujías, neumáticos, frenos o combustibles. Pero en Montjuïc, dos vistosos adhesivos de Tergal aparecieron en el alerón trasero de los Ferrari, marcando un antes y un después.


Tergal era un tejido revolucionario que estaba de moda: camisas elegantes, sábanas casi mágicas, "se lavaban bien y casi no necesitaban plancha", decían las madres. La marca encontró su hueco en la Fórmula 1 gracias a la Escudería Montjuïc-Tergal y a las gestiones de José María Juncadella, figura clave en la automoción española y buen conocedor de los círculos de Ferrari, especialmente del entonces director deportivo, Peter Schetty.




El acuerdo fue directo: 50.000 pesetas por coche alineado, una cifra que, aunque hoy parecería simbólica (unos 650 euros), era una fortuna en la época. Curiosamente, Ferrari no cobró ese dinero: Schetty prefirió repartirlo entre los pilotos Jacky Ickx, Clay Regazzoni y Mario Andretti. Tras algunas dudas, todos aceptaron.


El pacto se formalizó con una sencilla carta de 12 líneas firmada por Manuel Tramullas, gerente de la agencia Vision, encargada de la publicidad de Tergal. En pista, Ickx y Regazzoni lograron la primera línea de parrilla, pero fue Jackie Stewart quien se llevó la victoria. El Ferrari de Ickx, con las pegatinas de Tergal, acabaría años más tarde en el Museo de Donington.


Los coches de Slot.


Porsche 908/3 "Campeón Europeo de Montaña 1973"

Ref. C66 de Fly Slot Car


La decoración Tergal es una de mis favoritas y el 908/3 está muy bien realizado por Fly, así que no podía faltar en la vitrina.


Porsche 914/6 GT "Rallye Monte Carlo 1971"  

Ref. 52007 de SRC


Uno de los capos de los Rallye Slot actuales. Uno de los coches más rápidos que tengo, incluso en el circuito.




miércoles, 2 de julio de 2025

Markku Alén, el “Maximum Attack” del rally mundial.

 Markku Allan Alén, nacido el 15 de febrero de 1951 en Helsinki, Finlandia, es una leyenda viva del rally. Con una carrera que abarca más de dos décadas, Alén se destacó como uno de los grandes especialistas en superficies de gravilla, conquistando 19 victorias y 56 podios en el Campeonato Mundial de Rally (WRC), siempre acompañado por su copiloto Ilkka Kivimäki.




Su trayectoria alcanzó un primer gran hito en 1978, cuando se coronó campeón de la Copa FIA de Pilotos de Rally, antes de la creación formal del título mundial de pilotos. Más tarde sería subcampeón en 1986 y 1988, y ocuparía el tercer escalón del podio en los campeonatos de 1979, 1983, 1984 y 1987.


Dueño de un estilo agresivo que inmortalizó la frase "Now Maximum Attack", Alén brilló especialmente en el Rally de los 1000 Lagos —su prueba local— con seis triunfos en 22 participaciones, y se consagró como el máximo ganador del Rally de Portugal con cinco victorias.



Sus inicios fueron en 1969, Markku Alén comenzó a destacarse rápidamente, logrando dos terceros puestos consecutivos en el Rally de los 1000 Lagos en 1971 y 1972, y un segundo lugar en 1973. Su primera gran oportunidad llegó ese mismo año, cuando se ubicó tercero en el Rally de Gran Bretaña con un Ford Escort.


En 1974, Alén fue contratado por Fiat, equipo con el que firmaría años dorados. Ganó su primer rally mundialista en Portugal en 1975 y, con la evolución del Fiat 131 Abarth, alcanzó una gran regularidad. Su campaña en 1978, con victorias en Portugal, Finlandia y San Remo, le otorgó el título en la Copa FIA. Siguió sumando éxitos hasta su salida del equipo en 1981.


En 1982, Alén se unió a Martini Racing, el equipo oficial de Lancia. Alternó victorias como en Córcega y San Remo y constantes podios, logrando ser tercero en los campeonatos de 1983 y 1984. La irrupción de los vehículos de tracción integral, como el Peugeot 205 y el Audi Quattro, relegó al Lancia 037 en 1985, pero Alén se mantuvo competitivo, estrenando el potente Lancia Delta S4 ese mismo año.



La temporada 1986 fue particularmente amarga, a pesar de ganar múltiples carreras y de un dominio en el Rally de San Remo, una disputa reglamentaria terminó privándolo del título mundial, que quedó en manos de Juha Kankkunen. A partir de 1987, ya con el Grupo A, Alén ganó en Portugal, Grecia y Finlandia, terminando tercero en el campeonato.


En 1988 volvió a rozar la gloria, logrando victorias en Suecia, Finlandia y Gran Bretaña, pero nuevamente debió conformarse con el subcampeonato, detrás de Massimo Biasion. Su relación con Lancia terminó en 1989 tras ser desplazado por Didier Auriol.


En los años 90, Alén formó parte de la estructura de Subaru, participando con el Legacy en el incipiente programa japonés. Más tarde alternó participaciones con equipos privados de Toyota y, ya en el ocaso de su carrera, logró podios en Portugal y Kenia en 1993.


Su última aparición competitiva en el Mundial fue en 2001, al volante de un Ford Focus WRC en el Rally de Finlandia, donde celebró su 50º cumpleaños con un meritorio 16º puesto.


Markku Alén dejó una huella imborrable en el rally mundial: audaz, carismático y siempre decidido a atacar al máximo. Tuve la enorme suerte de coincidir con él en el Rallye Trasmiera al que fue invitado.



Desgraciadamente fue el Rey sin corona del mundo de los Rallyes.


Fiat 131 Abarth de Scalextric 1/32


El coche al que le toca salir de la vitrina en esta ocasión es el Fiat 131 Abarth con el que Alèn disputó y ganó el Rallye 1.000 Lagos de 1979, una reproducción de Scalextric  para la Colección de Campeones de Rallye de Altaya.





El día que un Renault 5 GT Turbo venció en el Mundial de Rallyes.

Ganar una prueba del Campeonato del Mundo de Rallyes con un coche casi de serie es de locos. Pero lo cierto es que en 1989 esta locura ocurrió de verdad. Y no en cualquier sitio. Fue en el Rally Costa de Marfil, una de las pruebas más duras, brutales y despiadadas de todo el calendario. Un infierno africano de polvo, calor, piedras y abandonos masivos, donde un pequeño Renault 5 GT Turbo, con tracción delantera y un modesto motor turboalimentado de 1.4 litros, escribió una de las páginas más insólitas de la historia del automovilismo.


Este no era un prototipo disfrazado de coche de calle. Era, literalmente, un vehículo de producción, preparado bajo la estricta normativa del Grupo N de los años 80. Al volante, el francés Alain Oreille acompañado por su copiloto Gilles Thimonier. Ambos protagonizaron un milagro mecánico y humano que desafió a los gigantes del Mundial.



El Grupo N fue introducido en 1982 por la FISA, permitía competir únicamente con coches de serie, apenas modificados: suspensión, escape, frenos y electrónica, poco más. Todo lo demás debía mantenerse tal cual salía del concesionario.


Después de miles de kilómetros, bajo temperaturas extremas, sobre terrenos devastadores y sin margen para el error. La mayoría de los coches no llegaban al final. Pero Oreille sí lo hizo. Y no solo eso, ganó.


El Renault 5 GT Turbo


El Renault 5 GT Turbo Coupé era un modelo basado en el popular “Súper 5”, lanzado en 1985. Equipado con un motor Cleon-Fonte de 1.4 litros con turbo Garrett T2 soplando a 0,7 bares, entregaba 115 caballos en su primera versión y 120 en la segunda. En sus mejores versiones de Grupo N, como la que usó Oreille, esta cifra llegaba hasta los 135 caballos gracias a pequeños ajustes en escape, intercooler y unidad de control. Todo ello en un chasis que apenas superaba los 830 kg.



Pero la unidad de Oreille no era un GT Turbo cualquiera. Era una de las 2.000 unidades especiales homologadas por Renault Sport como “Coupé”, fabricadas en Dieppe con mejoras sutiles pero cruciales: gestión electrónica optimizada, radiador de mayor capacidad, intercooler más eficiente y un diferencial autoblocante que mejoraba radicalmente la tracción en condiciones extremas.


El Rallye Costa de Marfil 


El Rally Costa de Marfil celebrado entre el 29 de octubre y el 2 de noviembre de 1989, fue el escenario de esta gesta.

Más de 3.500 kilómetros de grava africana, calor sofocante y mecánicas al límite. Una auténtica trituradora de vehículos. Solo siete coches lograron completar el recorrido.


Y allí, entre Lancia Delta Integrale oficiales, Toyota Celica y Mitsubishi Galant preparados al detalle, emergió el pequeño Renault de Grupo N. Mientras los favoritos caían uno a uno, Oreille avanzaba con precisión quirúrgica y temple de acero. Fue el primero en la clasificación general. Fue la única victoria absoluta en la historia del Mundial de Rallys para un coche del Grupo N.




Más de tres horas separaban al segundo del primero, y más de cinco al tercero. Una paliza histórica, que no se basó en potencia ni en tecnología, sino en fiabilidad, lectura del terreno y una conducción magistral. El R5 GT Turbo no solo terminó: arrasó. Demostró que el coraje, la estrategia y la resistencia podían superar a la potencia bruta.


Alain Oreille repetiría hazaña en 1990, ganando de nuevo en la categoría de Producción y subiendo al podio general con otro R5, esta vez azul y preparado por Simon Racing. Su historia marcó a toda una generación y dejó claro que no siempre hace falta un coche de fábrica para soñar a lo grande.


RENAULT 5 GT TURBO Rally Montecarlo 1989 A.Oreille/ G.Thimonier. Fly Slot REF A2059 1/32



Uno de los últimos en llegar a la familia. Esta decoración no es la que ganó el Costa de Marfil, pero es muy similar y quería que conocieseis la historia de esta gesta del automovilismo.



Después del mal sabor de boca que dejaron las primeras unidades del GT Turbo, un modelo que ni se movía al ponerlo en la pista, Fly ha realizado algunas modificaciones, bien recibidas por los aficionados, que permite rodar en el tramo, eso sí, no le pidas buenos tiempos...

... ni regulares. 




Pedro Martínez de la Rosa y el McLaren MP4-21 de 2006

Uno de los segundos puestos más memorables del automovilismo español lo firmó Pedro Martínez de la Rosa, quien en el Gran Premio de Hungría de 2006 se subió al podio con un brillante segundo lugar que aún hoy se recuerda con orgullo.


La Fórmula 1 vivía en 2006 una etapa dominada por la lucha entre Renault y Ferrari, con un McLaren-Mercedes algo desdibujado respecto a años anteriores. El monoplaza de la escudería británica, el MP4-21, había sido diseñado por el prestigioso ingeniero Adrian Newey, y aunque destacaba visualmente por su librea cromada, ideada para potenciar la visibilidad del nuevo patrocinador principal, Emirates,  no logró estar a la altura en cuanto a rendimiento.


El MP4-21, caracterizado por su distintiva nariz de doble aguja (una evolución vista en el MP4-19 de 2004), marcó también un hito técnico al ser el primer monoplaza de McLaren en llevar motores Mercedes-Benz, tras una década de colaboración con Ilmor. Sin embargo, la temporada resultó decepcionante: por primera vez desde 1996, McLaren no ganó ni una sola carrera. Los mejores resultados fueron segundos puestos repartidos entre Kimi Räikkönen (Australia e Italia), Juan Pablo Montoya (Mónaco) y, notablemente, Pedro de la Rosa, en una lluviosa y caótica jornada en el Gran Premio de Hungría.



De la Rosa, que había asumido el rol de piloto titular tras la salida de Montoya a mitad de temporada, firmó una actuación sobresaliente en Hungaroring. Bajo la lluvia, con estrategias cambiantes y numerosos incidentes en pista, el piloto catalán aprovechó cada oportunidad, conduciendo con solidez y sangre fría. Su segundo lugar supuso no solo su mejor resultado en Fórmula 1, sino también un reconocimiento tardío a su talento y profesionalismo, siempre al servicio del equipo.


Cerró aquella temporada con 19 puntos, un número modesto en apariencia, pero significativo si se considera el contexto: un coche difícil, una temporada irregular para la escudería, y la presión de sustituir a uno de los pilotos principales. Su podio en Budapest fue una victoria moral que aún hoy los aficionados españoles recuerdan con cariño.



En un deporte que suele premiar a los ganadores, hay segundos puestos que trascienden lo estadístico. El de Pedro de la Rosa en Hungría 2006 es uno de ellos: un símbolo de perseverancia, talento y oportunidad.


McLaren MP4-21 #4 de Pedro Martínez de la Rosa - 1/32




De la vitrina al circuito se ha teletransportado este MP4-21 con REF. H2813 de la marca inglesa Superslot con el que Pedro consiguió esa hazaña y con el que estuvo a punto de ganar.


Se lo merecía!.

sábado, 21 de junio de 2025

Johnny Herbert (F1 y Le Mans)

Johnny Herbert es uno de los pilotos más carismáticos que ha dado el automovilismo británico. Nacido en 1964 en el este de Inglaterra, su historia está marcada por el talento, la adversidad y una capacidad asombrosa de superación. Desde sus inicios en el karting hasta sus días como comisario de la FIA, Herbert ha sido un testigo privilegiado de más de cuatro décadas del automovilismo de élite.



Herbert comenzó en el karting, donde fue bicampeón, antes de ascender con éxito por la pirámide del automovilismo: Fórmula Ford 1600, Fórmula Ford 2000 y Fórmula 3. Su gran salto se produjo en 1987, cuando, aún en F3, impresionó al volante de un Benetton de Fórmula 1, siendo incluso más rápido que el titular Thierry Boutsen.


En 1988, su meteórica carrera dio un giro trágico. Mientras competía en la Fórmula 3000 con Jordan, sufrió un brutal accidente en Brands Hatch que destrozó sus piernas. Los médicos dudaban de que pudiera volver a caminar. Pero en diciembre de ese mismo año, Herbert ya estaba de nuevo al volante de un monoplaza, y en 1989 debutó en la F1 con Benetton, logrando un increíble cuarto puesto en Brasil, aún convaleciente y necesitando ser metido en su coche.


Tras ser apartado por Benetton bajo la dirección de Flavio Briatore, Herbert buscó nuevas oportunidades en Japón y se unió al programa de resistencia de Mazda. Allí vivió uno de los momentos cumbre de su carrera: la victoria en las 24 Horas de Le Mans de 1991 con el mítico Mazda 787B, compartiendo volante con Bertrand Gachot y Volker Weidler. Fue la primera victoria para un fabricante japonés en la legendaria prueba francesa, y Herbert, tan exhausto por los turnos dobles, no pudo subir al podio.



Regresó en 1992 con el Mazda MXR-01, logrando un cuarto puesto. Ese mismo año se concentró definitivamente en la Fórmula 1 con el equipo Lotus, iniciando su etapa más sólida en los monoplazas. Pasó por Ligier, volvió a Benetton, corrió tres temporadas con Sauber y firmó su última victoria en F1 con Stewart en 1999, antes de su transformación en Jaguar. En total, consiguió tres victorias en Grandes Premios.



Tras su retirada parcial de la F1, Herbert se convirtió en pieza clave del programa de resistencia de Audi en Estados Unidos. Participó en múltiples ediciones de las 24 Horas de Le Mans con el poderoso Audi R8, logrando varios podios, incluida una victoria en las 12 Horas de Sebring en 2002. En tres temporadas consecutivas (2002–2004), terminó segundo en Le Mans. En 2004, también conquistó la Le Mans Endurance Series con el equipo británico Veloqx.


Aun ya veterano, Herbert siguió compitiendo en disciplinas menos conocidas. En 2007 volvió a Le Mans con Aston Martin Racing, logrando el cuarto puesto en la categoría GT1.


Desde 2010, Herbert fue una figura recurrente como comisario de la FIA en la Fórmula 1, aportando su experiencia como expiloto. También trabajó como comentarista y analista televisivo. Sin embargo, en 2024, sus funciones en la FIA llegaron a su fin tras varias controversias mediáticas y presiones internas. Fue comisario, por ejemplo, en el polémico incidente entre Max Verstappen y Lando Norris en Austria. En enero de este año, la FIA anunció oficialmente su salida, agradeciéndole sus servicios y señalando la incompatibilidad con su rol en los medios.


De la vitrina salen, al unísono, dos modelos cuya única conexión es Johnny Herbert.


Representando a la F1 tenemos el "Sauber Petronas C17" de Ninco con la referencia 50191 que Herbert piloto en la temporada 1998.

La otra cara la tenemos con el Mazda 787B de la marca Scalextric con referencia 9315 que aupó al británico a lo más alto del podium de Le Mans de 1991.




domingo, 15 de junio de 2025

Patrick Racing (Oriol Serviá) de Scalextric 1/32

Patrick Racing fue uno de esos equipos que definieron el automovilismo estadounidense durante varias décadas. Comenzaron fuerte: ganaron las 500 Millas de Indianápolis en 1973 y 1982 con el legendario Gordon Johncock, quien también se coronó campeón nacional del USAC en 1976. En esos años, el equipo era inseparable de su patrocinador estrella: STP.


En los 80, Patrick amplió el equipo a dos autos y fichó a Emerson Fittipaldi y Kevin Cogan. Cambiaron de patrocinador, primero con 7-Eleven y luego con Marlboro, y llegaron más victorias: Cogan ganó su única carrera en 1986, mientras que Fittipaldi celebró su primera victoria en CART en la Michigan 500 de 1985.


En 1987, el equipo incorporó los nuevos motores Ilmor Chevy Indy V8, y Fittipaldi respondió con dos triunfos. En 1988, ya con un solo auto en pista, el brasileño volvió a ganar dos veces más y fue subcampeón en Indianápolis.


Todo cambió en 1989: Chip Ganassi se convirtió en copropietario. Patrick, pensando en retirarse, armó un acuerdo con Ganassi y Penske. Fittipaldi pasó a Penske (junto a Marlboro), y Ganassi tomó el control del equipo en 1990, fundando lo que hoy conocemos como Chip Ganassi Racing.


Patrick, por su parte, intentó continuar con motores Alfa Romeo y pilotos como Roberto Guerrero y Al Unser Sr., pero los resultados no acompañaron. A pesar del patrocinio de Miller, los problemas mecánicos (y hasta lesiones) complicaron todo.


En los 90, la situación empeoró: bajo el mando de Danny Sullivan, el equipo no logró resultados y surgieron escándalos. Se decía que Patrick le había prestado un motor Chevy a Alfa Romeo para copiarlo, lo que le cerró las puertas a futuros contratos con Chevrolet. En 1991, Bobby Rahal tomó el volante, pero sin motor competitivo, el equipo tocó fondo.

Finalmente, en diciembre de 1991, Patrick vendió todo a Rahal y Carl Hogan, dando origen a Rahal-Hogan Racing, hoy Rahal Letterman Lanigan Racing.


Aún así, Patrick no se rindió. En 1994 lideró el regreso de Firestone a IndyCar con un equipo de pruebas, y volvió a correr en 1995 con Scott Pruett, quien ganó nuevamente la Michigan 500.


El equipo tuvo algunas buenas temporadas entre 1998 y 2002 con Pruett y Adrián Fernández, pero sin títulos. Nuestro protagonista, el piloto catalán Oriol Serviá, estuvo compitiendo en la Serie Mundial ChampCar C.A.R.T. (Championship Auto Racing Teams) con el Ford Lola. En 2002, Patrick Racing saltó a la IRL, pero los problemas económicos volvieron: Al Unser Jr. se retiró a mitad de temporada, y el equipo no logró mantenerse a flote.


Sin patrocinio para 2005, Patrick Racing cerró definitivamentbe.


Oriol Serviá 


Puede que no te suene tanto como Fernando Alonso o como Alex Palau, pero si hablamos de automovilismo español en Estados Unidos, hay un nombre que merece respeto: Oriol Servià. Este piloto nacido en Pals (Girona) en 1974 se forjó una carrera sólida, constante y sorprendentemente longeva al otro lado del Atlántico. Y aunque no sumó trofeos a lo grande, su nombre está grabado en la historia de las carreras norteamericanas.


Servià empezó como muchos: en los karts. En 1988 ya daba vueltas en circuitos españoles, y en los 90 saltó a los turismos y luego a los monoplazas, con aventuras en Francia y todo. Pero cuando vio que en Europa el camino estaba cuesta arriba, hizo las maletas y se fue a Estados Unidos en 1998. Allí debutó en Indy Lights con Dorricott Racing. Y no tardó en destacar: en su segundo año fue campeón de la categoría... ¡sin ganar ni una sola carrera! Pero con una regularidad suiza, le robó el título a Casey Mears.


Ese campeonato le abrió la puerta a la entonces poderosa CART (luego llamada Champ Car). En 2000 ya estaba en la parrilla con PPI Motorsports. Su talento no era explosivo, pero sí constante, serio, profesional. Y eso en las carreras también suma.


En 2005 logró su único triunfo en la Champ Car, en Montreal, con el mítico equipo Newman/Haas (sí, el de Paul Newman). Ese año terminó subcampeón, solo por detrás del dominante Sébastien Bourdais. También coleccionó un total de 19 podios en la categoría. Nada mal para alguien que siempre estuvo luchando por mantener un asiento.


Cuando la Champ Car se fusionó con la IndyCar en 2008, Servià siguió al pie del cañón. Su mejor año fue 2011, con Newman/Haas una vez más: tres podios y un meritorio cuarto puesto en el campeonato. Y ojo, porque ese mismo año no abandonó ni una sola carrera.


Pero si hay una carrera que define la leyenda del automovilismo en EE.UU., es la Indy 500. Servià la corrió 12 veces. En 2012 logró un impresionante cuarto puesto, la mejor posición de un español en la historia de la prueba hasta que Alex Palou la pulverizó. Y repitió ese mismo resultado ese año en Milwaukee, mostrando que aún tenía gasolina y talento de sobra.


Servià también vivió el lado duro del automovilismo: cambios de equipo constantes, falta de patrocinadores, asientos perdidos de un día para otro… Pero siempre encontraba la forma de volver. Fue piloto comodín, sustituto estrella y hasta coche de seguridad en algunas carreras.


Incluso se metió en el mundo de la Fórmula E en su temporada inaugural, primero como piloto de Dragon Racing y luego como director técnico y comercial del equipo.


En resumen, Oriol Servià no fue el más famoso, ni el más rápido, pero sí uno de los más respetados. Hizo de la fiabilidad, el trabajo duro y la inteligencia en pista su carta de presentación. No tuvo los focos que suelen acompañar a los campeones, pero su legado está claro: demostró que se puede hacer carrera lejos de casa y brillar en uno de los campeonatos más exigentes del mundo.


Patrick Racing de Scalextric 1/32


Dentro de las vitrinas de la F1 hay un hueco para otros monoplazas. Uno de eso huecos está ocupado por el Patrick Racing con el que Scalextric bautizó al Ford Lola de Oriol Serviá con la Referencia 6144 en 2004 y que se planta en el circuito para nuestro deleite.




Chevrolet Corvette Mancuso de Revell 1/32

 Competiciones Automovilísticas "Made in USA"


El Corvette IMSA GT de Rick Mancuso, más conocido como el Corvette Greenwood, una bestia de las pistas que desafió los límites de la ingeniería y dejó su huella imborrable en la historia de las carreras GT.


Diseñado para competir en las exigentes pruebas de resistencia de la IMSA y en escenarios internacionales como Le Mans, este coche no era un simple Corvette modificado, sino una revolución sobre ruedas. Se trataba de uno de los primeros coches de carreras GT del mundo con chasis de serie, laterales planos y una carrocería ancha y ensanchada. Una combinación de ingeniería audaz y creatividad sin límites que redefinió lo que un coche de competición podía ser.


El Corvette Greenwood fue impulsado por el mítico motor Reynolds de aluminio de 427 CID, una bestia desarrollada a partir de los legendarios motores de la Can-Am. Este propulsor permitía a los Greenwood alcanzar velocidades que alcanzaban los 340 km/h, cifras que incluso hoy en día son inalcanzables para la mayoría de los coches, incluidos los Fórmula 1 modernos.


En el apartado aerodinámico, el coche fue obra de un verdadero dream team: John Greenwood, el legendario Zora Arkus-Duntov (padre del Corvette) y el departamento de diseño de Chevrolet. Su trabajo no solo revolucionó las líneas del coche, sino que también permitió que los paneles de la carrocería pudieran ser adquiridos directamente en cualquier concesionario GM, democratizando en cierta forma el acceso a tecnología de competición.


El motor desplazado (30,5 cm hacia atrás, 10 cm hacia abajo y 6,35 cm hacia la derecha) lograba una distribución de peso casi perfecta con el piloto a bordo, mientras que el colector de inyección de ariete cruzado proporcionaba una potencia adicional de más de 100 CV frente a los motores Can-Am convencionales.


Sin embargo, el mayor desafío de los Corvette Greenwood fue siempre el mismo: la transmisión. En 1975, estos coches lograron 11 poles, superando a los equipos oficiales de BMW y Porsche, pero con frecuencia se veían obligados a abandonar por fallos en la transmisión, incapaz de soportar el brutal par motor de más de 7 litros durante largas horas. Aun así, cuando todo funcionaba, los Greenwood dominaban la pista de forma aplastante, siendo el único coche capaz de romper el dominio de Porsche en la temporada 74-75.


Chevrolet Corvette Mancuso de Revell 1/32


Uno de los ejemplares más icónicos de esta saga es el Chevrolet Corvette Mancuso, referencia 08368 de Revell, reproducido a escala 1/32 para el mundo del slot. Este modelo rinde homenaje al coche que participó en la Trans-Am Series de Watkins Glen en 1977, pilotado por Rick Mancuso, Buzz Fyhrie y Burt Greenwood.





Porsche 956 de Slot.it 1/32

 24 Horas de Le Mans de 1982


Mucho se ha hablado de esta victoria de Porche y de sus prototipos 956 y 962, e incluso de este modelo que hoy sale de la vitrina.


Las 24 Horas de Le Mans de 1982 fueron el 50.º Gran Premio de Resistencia, que se celebró los días 19 y 20 de junio de 1982, y marcó un antes y un después en la historia del automovilismo, no solo por la victoria arrolladora de Porsche, sino por la introducción de innovaciones tecnológicas y una caótica escena final digna de película.


Por primera vez en la historia de la competición, un equipo utilizó un ordenador en boxes para monitorizar el consumo de combustible y optimizar la estrategia de repostaje. Porsche lideró esta revolución digital, logrando afinar la eficiencia de sus vehículos sin sacrificar competitividad. Aunque la potencia del motor fue reducida a unos 620 CV (456 kW) y se ajustó la relación de compresión a 7,2:1 para priorizar la autonomía, el resultado no solo fue eficaz: fue histórico. Jacky Ickx y Derek Bell rompieron su propio récord de velocidad del año anterior.


Cuando la carrera se acercaba a su desenlace, los tres Porsche se alinearon en formación perfecta rumbo a una victoria incontestable. Pero entonces, lo impensado sucedió: miles de aficionados invadieron la recta de meta, desbordando la seguridad y forzando a los organizadores a dar por terminada la prueba antes de tiempo. Desde la curva de Mulsanne, los coches se desviaron directamente al parque cerrado, sin pasar por la meta.


Jacky Ickx celebró su sexta victoria en Le Mans, mientras que Derek Bell sumó su tercer triunfo. El triplete de Porsche no solo consolidó su dominio, sino que marcó el inicio del legado del que sería el prototipo deportivo más exitoso de la historia. Sin embargo, no todos celebraron aquella tarde: el fotógrafo oficial de Porsche perdió la oportunidad de capturar la imagen soñada en la línea de llegada, frustrado por el inesperado desenlace.


Derek Bell y Jacky Ickx


En la historia del automovilismo, pocos nombres brillan con tanta fuerza en las carreras de resistencia como los de Derek Bell y Jacky Ickx. Ambos pilotos marcaron una época dorada en disciplinas donde la velocidad se combina con la estrategia, la fiabilidad mecánica y la resistencia física y mental.


Derek Bell, nacido en Pinner, Inglaterra, en 1941, inició su carrera en monoplazas compitiendo en Fórmula 3 y Fórmula 2, y tuvo un paso breve pero notable por la Fórmula 1, donde largó en nueve Grandes Premios entre 1968 y 1974. Sin embargo, su consagración llegó en el mundo de la resistencia. Bell fue cinco veces ganador de las 24 Horas de Le Mans (1975, 1981, 1982, 1986 y 1987) y tres veces de las 24 Horas de Daytona (1986, 1987 y 1989), en su mayoría pilotando para el equipo oficial de Porsche.


Su palmarés incluye también dos títulos consecutivos en el Campeonato Mundial de Resistencia (1985 y 1986), 21 victorias en ese certamen y triunfos en pruebas emblemáticas como los 1000 km de Monza, Silverstone, Spa-Francorchamps y los 1000 km de Buenos Aires de 1971, carrera trágicamente marcada por la muerte del italiano Ignazio Giunti. Bell compartió habitáculo con figuras como Hans-Joachim Stuck, Stefan Bellof, Al Holbert y, sobre todo, Jacky Ickx, con quien formó una de las duplas más exitosas de la resistencia.


Por su parte, el belga Jacky Ickx, nacido en 1945 en Ixelles, es reconocido como el mejor piloto de su país y uno de los más versátiles de la historia del deporte motor. Su trayectoria en la Fórmula 1 abarcó 14 temporadas y nueve equipos, logrando ocho victorias, 25 podios y 13 poles, además de ser subcampeón del mundo en 1969 con Brabham y en 1970 con Ferrari. Ickx también fue campeón de la Fórmula 2 Europea (1967), la Can-Am (1979), del Campeonato Mundial de Resistencia (1982 y 1983) y vencedor del Rally Dakar en 1983.


Pero su leyenda se consolidó en Le Mans, donde ganó seis veces (1969, 1975, 1976, 1977, 1981 y 1982), ganándose el apodo de "Monsieur Le Mans". También se le conoció como "L’Enfant Terrible" por su precocidad —a los 22 años ya deslumbraba en Nürburgring— y como "Rainmaster" por su habilidad excepcional bajo la lluvia.


Porsche 956 de Slot.it 1/32


El protagonista de esta entrada es el Porsche 962 que venció en Le Mans del 82 perteneciente al estuche con Referencia SI-CW02 del pódium de dicha carrera con los 3 coches de Porsche-Rothmans.


Que decir de la belleza de esta icónica decoración que ha estado presente en disciplinas del automovilismo como los Rallyes, la Resistencia, Turismos, Dakar...


El comportamiento del coche es excepcional, siendo un habitual de las parrilas de las pruebas de resistencia de los clubes de todo el mundo.

viernes, 23 de mayo de 2025

Stewart-Ford SF02 (Jan Magnussen) de Ninco 1/32

 La historia de la Fórmula 1 está repleta de equipos que marcaron épocas y de otros que, aunque fugaces, dejaron huella . Ese es el caso de Stewart Grand Prix, una escudería fundada en 1997 por el tres veces campeón del mundo Jackie Stewart y su hijo Paul Stewart, que en solo tres temporadas logró hacerse un espacio en la categoría reina del automovilismo antes de transformarse en lo que hoy conocemos como Red Bull Racing y con la escudería Jaguar Racing como transición.



Aunque Stewart Grand Prix fue un equipo nuevo, llegó al paddock con un respaldo técnico y humano envidiable. Jackie Stewart aportó su vasta experiencia en la Fórmula 1 y sus estrechos lazos con Ford, que suministró motores desde el inicio. Paul Stewart, por su parte, sumó el conocimiento adquirido en Paul Stewart Racing, equipo consolidado en las categorías de formación como la Fórmula 3 y la Fórmula 3000.
Las dos primeras campañas, 1997 y 1998, fueron años de construcción. Con pilotos como Rubens Barrichello, Jos Verstappen y Jan Magnussen, los resultados no destacaron. Sin embargo, el potencial era evidente. La apuesta fuerte llegaría en 1999, con la incorporación del británico Johnny Herbert como compañero de Barrichello.




1992 fue, sin duda, el punto más alto del equipo. En el Gran Premio de Europa, Johnny Herbert logró una histórica victoria, mientras Barrichello completó el podio en la tercera posición. El piloto brasileño también conquistó la única pole position del equipo en el Gran Premio de Francia. Gracias a estos resultados, Stewart Grand Prix finalizó en una meritoria cuarta posición en el campeonato de constructores.
Al final de la temporada 1999, Ford decidió comprar por completo la escudería, transformándola en Jaguar Racing. Sin embargo, la nueva etapa no alcanzó el éxito esperado, y en 2004 la marca fue vendida a la empresa de bebidas energéticas Red Bull, dando origen a uno de los equipos más dominantes del siglo XXI en la Fórmula 1.




Jan Ellegaard Magnussen (Roskilde, Dinamarca; 4 de julio de 1973) es un piloto de automovilismo danés y padre del piloto de F1, Kevin Magnussen. Ganó el Campeonato Mundial de Karting en 1987, las 24 Horas de Daytona de 2015, las 12 Horas de Sebring de 2006, 2008 y 2009, y Petit Le Mans en 2004, 2005, 2008 y 2010. Fue campeón del campeonato de la clase GT1 de la American Le Mans Series 2008 y de GT en 2013, y subcampeón de GT1 en 2007 y de GT2 en 2011. También consiguió el tercer puesto en las 24 Horas de Daytona de 2007 y un cuarto puesto en las 24 Horas de Le Mans, en ambos casos con sport prototipos.

Magnussen inició su carrera profesional en monoplazas, puntuando en una carrera de Fórmula 1, precisamente la última, en 24 carreras , y dos de la serie CART en 11 participaciones. También triunfó en turismos, al obtener victorias en el Deutsche Tourenwagen Meisterschaft, y resultar campeón de Dinamarca tres veces en 2003, 2008 y 2012, y subcampeón en 2005, 2006 y 2009.


El Stewart-Ford SF02 (Jan Magnussen) de Ninco 1/32

Traspasando la pared de cristal que le separa del circuito, el Stewart-Ford SF02 quiere ser uno de los protagonistas de esta semana. El modelo, fabricado por Ninco con la referencia 50186, vio la luz en 1999 acompañado por otro clásico: el Sauber Petronas C-17.
Ambos formaron parte de una colección emblemática de Fórmula 1 que la firma barcelonesa lanzó a finales de los años noventa y comienzos de los dos mil. En ese tiempo, Ninco apostó por reproducir coches de escuderías históricas como Minardi, Arrows, Jordan o Ferrari, acercando así el espíritu de la F1 a las pistas de slot de toda España.





Los Stewart-Ford, como el resto de sus compañeros de serie, ofrecían un rendimiento notable en pista. Su comportamiento dinámico, junto a una construcción sólida y atractiva, los convirtieron en vehículos ideales tanto para el coleccionista como para el competidor. Pero fue con la incorporación de un eje calibrado con llanta y corona específica —una mejora técnica desarrollada por Slot.it— cuando la experiencia alcanzó otro nivel: precisión, tracción y velocidad al servicio de la diversión.





Muchos clubes aprovecharon estos modelos para organizar campeonatos de Fórmula 1 personalizados, fomentando una comunidad apasionada y competitiva que todavía recuerda con cariño aquellos años dorados del slot.

Austin Healey Sprite Mk I


El Austin-Healey Sprite, presentado en Montecarlo en 1958, se convirtió rápidamente en un icono del automovilismo británico. Concebido como un coche deportivo económico, su diseño compacto y simpático —con faros prominentes que le valieron el apodo de “frogeye” en el Reino Unido y “bugeye” en EE. UU.— le otorgó una personalidad única que lo ha mantenido en la memoria colectiva durante décadas.



Diseñado por la Donald Healey Motor Company y producido en la planta de MG en Abingdon, el Sprite fue el primer deportivo de producción en adoptar una estructura unitaria, en la que la carrocería contribuía a la rigidez estructural, un hito técnico liderado por el ingeniero Barry Bilbie. Su chasis derivaba ideas del Jaguar D-Type, aunque con toques prácticos para mantener los costes bajos, como la ausencia de manillas exteriores y una maletera accesible solo desde el habitáculo.
El motor de 948 cc derivado del Austin A35 ofrecía 43 caballos de fuerza, alcanzando velocidades de hasta 133 km/h, con un consumo económico para la época. Su ligereza, diseño accesible y bajo coste inicial (669 libras) lo convirtieron en un éxito tanto para el público general como para los pilotos aficionados y profesionales.




El Sprite tuvo un destacado desempeño en competición, con victorias, en su categoría, en eventos como la Copa de los Alpes en 1958 y las 12 Horas de Sebring en 1959. Su popularidad impulsó variantes diseñadas por especialistas como John Sprinzel y Speedwell, consolidándolo como una base ideal para coches de carreras.

Austin Healey Sprite Mk I - Gunze Sangyo 1/24



La idea surgió viendo anuncios de clásicos de competición. El Healey reproducido estaba en venta después de haber participado en varias pruebas del Desafío MG Midget y Sprite patrocinado por Lackford Engineering.
Construido específicamente para ese Desafío, y para Hill Climb, en 2008 en Old Dairy Classics por Allan Cameron. Motor de 1380 cc (retrasado 8" según el reglamento). Suspensión trasera de 4 brazos. Colector de escape 4:2:1. Caja de cambios Ford Rocket de 4 velocidades. Doble depósito de combustible entre el eje y la parte trasera del chasis. Neumáticos Avon ABC10. Incluye mucho lastre ya que el coche está muy por debajo del límite de peso de 570 kg.





Como tenía un kit a escala 1/24 de Gunze Sangyo se me encendió la bombilla y me puse manos a la obra adaptando un chasis. Trabajé un poco en las calcas y adapte la decoración a mi estilo, sin cargarla demasiado, arco de seguridad, piloto de Avant Slot y a la pista.
Espero que os guste el resultado.




Lotus Seven

 Londres, primavera de 1955. A principios de los años cincuenta, en una Inglaterra aún convaleciente de la Segunda Guerra Mundial, un joven ...