domingo, 15 de junio de 2025

Patrick Racing (Oriol Serviá) de Scalextric 1/32

Patrick Racing fue uno de esos equipos que definieron el automovilismo estadounidense durante varias décadas. Comenzaron fuerte: ganaron las 500 Millas de Indianápolis en 1973 y 1982 con el legendario Gordon Johncock, quien también se coronó campeón nacional del USAC en 1976. En esos años, el equipo era inseparable de su patrocinador estrella: STP.


En los 80, Patrick amplió el equipo a dos autos y fichó a Emerson Fittipaldi y Kevin Cogan. Cambiaron de patrocinador, primero con 7-Eleven y luego con Marlboro, y llegaron más victorias: Cogan ganó su única carrera en 1986, mientras que Fittipaldi celebró su primera victoria en CART en la Michigan 500 de 1985.


En 1987, el equipo incorporó los nuevos motores Ilmor Chevy Indy V8, y Fittipaldi respondió con dos triunfos. En 1988, ya con un solo auto en pista, el brasileño volvió a ganar dos veces más y fue subcampeón en Indianápolis.


Todo cambió en 1989: Chip Ganassi se convirtió en copropietario. Patrick, pensando en retirarse, armó un acuerdo con Ganassi y Penske. Fittipaldi pasó a Penske (junto a Marlboro), y Ganassi tomó el control del equipo en 1990, fundando lo que hoy conocemos como Chip Ganassi Racing.


Patrick, por su parte, intentó continuar con motores Alfa Romeo y pilotos como Roberto Guerrero y Al Unser Sr., pero los resultados no acompañaron. A pesar del patrocinio de Miller, los problemas mecánicos (y hasta lesiones) complicaron todo.


En los 90, la situación empeoró: bajo el mando de Danny Sullivan, el equipo no logró resultados y surgieron escándalos. Se decía que Patrick le había prestado un motor Chevy a Alfa Romeo para copiarlo, lo que le cerró las puertas a futuros contratos con Chevrolet. En 1991, Bobby Rahal tomó el volante, pero sin motor competitivo, el equipo tocó fondo.

Finalmente, en diciembre de 1991, Patrick vendió todo a Rahal y Carl Hogan, dando origen a Rahal-Hogan Racing, hoy Rahal Letterman Lanigan Racing.


Aún así, Patrick no se rindió. En 1994 lideró el regreso de Firestone a IndyCar con un equipo de pruebas, y volvió a correr en 1995 con Scott Pruett, quien ganó nuevamente la Michigan 500.


El equipo tuvo algunas buenas temporadas entre 1998 y 2002 con Pruett y Adrián Fernández, pero sin títulos. Nuestro protagonista, el piloto catalán Oriol Serviá, estuvo compitiendo en la Serie Mundial ChampCar C.A.R.T. (Championship Auto Racing Teams) con el Ford Lola. En 2002, Patrick Racing saltó a la IRL, pero los problemas económicos volvieron: Al Unser Jr. se retiró a mitad de temporada, y el equipo no logró mantenerse a flote.


Sin patrocinio para 2005, Patrick Racing cerró definitivamentbe.


Oriol Serviá 


Puede que no te suene tanto como Fernando Alonso o como Alex Palau, pero si hablamos de automovilismo español en Estados Unidos, hay un nombre que merece respeto: Oriol Servià. Este piloto nacido en Pals (Girona) en 1974 se forjó una carrera sólida, constante y sorprendentemente longeva al otro lado del Atlántico. Y aunque no sumó trofeos a lo grande, su nombre está grabado en la historia de las carreras norteamericanas.


Servià empezó como muchos: en los karts. En 1988 ya daba vueltas en circuitos españoles, y en los 90 saltó a los turismos y luego a los monoplazas, con aventuras en Francia y todo. Pero cuando vio que en Europa el camino estaba cuesta arriba, hizo las maletas y se fue a Estados Unidos en 1998. Allí debutó en Indy Lights con Dorricott Racing. Y no tardó en destacar: en su segundo año fue campeón de la categoría... ¡sin ganar ni una sola carrera! Pero con una regularidad suiza, le robó el título a Casey Mears.


Ese campeonato le abrió la puerta a la entonces poderosa CART (luego llamada Champ Car). En 2000 ya estaba en la parrilla con PPI Motorsports. Su talento no era explosivo, pero sí constante, serio, profesional. Y eso en las carreras también suma.


En 2005 logró su único triunfo en la Champ Car, en Montreal, con el mítico equipo Newman/Haas (sí, el de Paul Newman). Ese año terminó subcampeón, solo por detrás del dominante Sébastien Bourdais. También coleccionó un total de 19 podios en la categoría. Nada mal para alguien que siempre estuvo luchando por mantener un asiento.


Cuando la Champ Car se fusionó con la IndyCar en 2008, Servià siguió al pie del cañón. Su mejor año fue 2011, con Newman/Haas una vez más: tres podios y un meritorio cuarto puesto en el campeonato. Y ojo, porque ese mismo año no abandonó ni una sola carrera.


Pero si hay una carrera que define la leyenda del automovilismo en EE.UU., es la Indy 500. Servià la corrió 12 veces. En 2012 logró un impresionante cuarto puesto, la mejor posición de un español en la historia de la prueba hasta que Alex Palou la pulverizó. Y repitió ese mismo resultado ese año en Milwaukee, mostrando que aún tenía gasolina y talento de sobra.


Servià también vivió el lado duro del automovilismo: cambios de equipo constantes, falta de patrocinadores, asientos perdidos de un día para otro… Pero siempre encontraba la forma de volver. Fue piloto comodín, sustituto estrella y hasta coche de seguridad en algunas carreras.


Incluso se metió en el mundo de la Fórmula E en su temporada inaugural, primero como piloto de Dragon Racing y luego como director técnico y comercial del equipo.


En resumen, Oriol Servià no fue el más famoso, ni el más rápido, pero sí uno de los más respetados. Hizo de la fiabilidad, el trabajo duro y la inteligencia en pista su carta de presentación. No tuvo los focos que suelen acompañar a los campeones, pero su legado está claro: demostró que se puede hacer carrera lejos de casa y brillar en uno de los campeonatos más exigentes del mundo.


Patrick Racing de Scalextric 1/32


Dentro de las vitrinas de la F1 hay un hueco para otros monoplazas. Uno de eso huecos está ocupado por el Patrick Racing con el que Scalextric bautizó al Ford Lola de Oriol Serviá con la Referencia 6144 en 2004 y que se planta en el circuito para nuestro deleite.




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